Diario de Viajes
Día 6: Punta Gorda 🤗
Itinerario: Domingo de Punta Gorda.
Diario……. 3 de marzo 2019 📖 ✏️📝
¡¡¡Los domingos son de punta en Punta Gorda!!!!!
Cuántas veces hemos escuchado la frase ¨El ritmo se trae en las venas¨, y a pesar que nací en un país caribeño, bailando al ritmo de ¨🎶 alza la mano si tú estas gozando, alza la mano si tú estas gozando, muévelo, muévelo (que sabrosa).…🎶¨ —los que son de mi generación conocen esta canción y en algún momento de sus vidas, levantaron la mano 🙋🏼—. Jamás se compara al ritmo de la étnia garífuna al bailar punta.
Hoy es domingo y los domingos son para bailar punta en Punta Gorda, situada aproximadamente a unos 35 min en carro de West End, en transporte público se puede durar hasta 90 minutos. Lo ideal es llegar a punta gorda para almorzar, y después disfrutar de los bailes, y si te atreves, bailar un poco de punta.
La mañana la aprovechamos conociendo alrededor. Chalo y Eve alquilaron un carro, son las 9:30 y desde el balcón donde todos los días desayuno, los veo llegar.

La primera parada que hacemos es un tremendo acierto producto de la espontaneidad de Gonzalo, al pasar por la carretera y ver un pequeño rótulo que dice Carambola Gardens, la verdad es que no es parte de nuestro itinerario, en realidad ni sabíamos que existía. Éste es un jardín botánico que abrió sus puertas desde el año 1985, dedicado a la educación del medio ambiente de los niños de la isla.

Al llegar nos recibe uno de los encargados del jardín, nos explica y muestra los frutos exóticos que dan los árboles que se encuentran en los senderos, tales como: carambola, marañón o castañas de cajú, guanábana, cacao y otras más que no recuerdo los nombres.
Pagamos la entrada —$10usd por persona— recibimos un mapa que explica los distintos senderos que se pueden realizar y cómo llegar a la cumbre de la montaña carambola. Para suerte nuestra, no hay nadie más en el jardín, tenemos todas estas hectáreas para nosotros 🤗, bien dice el dicho, ¨el que madruga, Dios le ayuda¨ . Comenzamos la caminata, no hemos avanzado ni 20 metros cuando la vegetación cambia por completo, árboles con alturas entre 10 o 15 mts, nos empiezan a cobijar, esos árboles cuya madera es sumamente cotizada y que solamente había visto en roperos o mesas —cedro español, teca, roble—. Inmediatamente se siente la humedad por la flora, el aire que se respira huele diferente, desapareció el olor a pescado y sal, ahora huele a verde, a tierra mojada, a naturaleza, huele a VIDA!!!!
Caminamos a nuestro ritmo, tomando fotos, posando, sin posar, a los árboles, a los pájaros, a las lagartijas, incluso a las hormigas y seguimos sorprendidos. La selección de palmeras que consisten en Royal, Fishtail, Areca, Phoenix, Pindo, Fan Date, Chamaedorea, Veitchia y el majestuoso pino de Norfolk que domina los jardines nos siguen llenando los ojos de asombro, —aquí podríamos estar todo el día— los tres somos amantes de las actividades al aire libre y la naturaleza.
Seguimos caminando por el sendero que nos lleva a la cumbre de la montaña Carambola, nos toma aproximadamente 20 min, el nivel de dificultad de la caminata es bajo, a no ser que se tenga algún problema físico o de salud que impida el ascenso. Mucho mejor realizarlo con tennis, y no con chancletas o sandalias —no es el lugar ni el momento de lucir un calzado fashionista—. Al llegar a la cima, se abre una vista panorámica de la barrera de coral luciendo toda su gama de colores turquesa así como parte de un resort, el cual lleva a cabo un programa de nado con delfines para que los turistas se tomen fotos —al hacerle zoom a la foto los puedo apreciar—. Los sentimientos de impotencia, frustración, tristeza y rabia no tardan en aflorar, los delfines son animales salvajes, que deberían estar libres y no encerrados en piscinas, entrenados para nuestra entretención.
En la cima hay una silla de madera, nos sentamos a descansar y realizar la sesión de fotos correspondiente, estando ahí sentada, admirando la inmensidad del océano, en una montaña rodeada de flora y fauna, me puedo imaginar al pirata Jonh Cox sentado en este mismo lugar, resguardando la isla de otros piratas, ahora entiendo porque esta isla fue la casa de muchos de ellos, ¡¡¡es todo un paraíso!!!
Y como dijo Eve,
Viajar es lo único que compras y te hace más rico. La riqueza no es lo que ves, sino las experiencias y modos de vida que descubres, los nuevos amigos y esas tardes de conversaciones en la playa o en un bar!
Después de ese shot a la vena de vida y naturaleza, es momento de seguir nuestro camino, estuvimos casi 2 hrs aquí, ahora !!!A MOVER EL BOTE SE HA DICHO!!!
Finalmente llegamos a la parte Este de la isla, a Punta Gorda, conformada por una comunidad Garifuna, el primer asentamiento de esa étnia en Centroamérica y punto de partida para la difusión de su riqueza cultural, con el inconfundible ritmo de sus bailes y sabor de sus comidas.
Al entrar al pueblo, me llama mucho la atención los colores llamativos de las casas construidas sobre palafitos, hay muchos restaurantes a la orilla de la playa, —¿dónde es que bailan punta? —preguntamos a un local. —al final de la playa. —responde—. Así que, seguimos indicaciones, manejamos hasta el final de la playa, en realidad no sólo al final de la playa bailan punta, hay restaurantes que incluyen el baile como parte de la entretención del domingo, pero nosotros quisimos ir a ver el baile callejero.
Desde que nos bajamos del carro, se escucha a lo lejos el retumbar de los tambores y maracas, en una perfecta sintonía junto a la guitarra, una voz un poco gruesa cantando en un idioma que no logro comprender, conforme nos vamos acercando, se hace más contagioso el ritmo. Desde que la música toca los tímpanos, se siente una corriente eléctrica que los atraviesa, baja por todo el cuerpo y termina en los pies, moviéndolos de manera casi inconsciente.
Intento seguir e imitar los movimientos propios del ritmo, bailar sólo moviendo los pies, o mejor dicho con las puntas de los pies, moviendo las caderas, sin mover la parte superior del tronco, —ojalá fuese tan fácil como se describe—. y aunque no quieras, sin darte cuenta, terminas bailando punta, bueno, al menos se hace el intento porque de verdad ¨El ritmo se trae en las venas¨, y a pesar que nací en un país caribeño, bailando junto al ritmo de ¨🎶 alza la mano si tú estas gozando, alza la mano si tú estas gozando, muévelo, muévelo (que sabrosa).…🎶¨ —los que son de mi generación conocen esta canción y en algún momento de sus vidas, levantaron la mano 🙋🏼—. Jamás se compara al ritmo de la étnia garífuna al bailar punta.

La visita a punta gorda no está completa hasta no comer algún plato típico de la zona, la famosa sopa de caracol He! —sí, esa canción es en honor a la sopa de caracol de aquí— el famoso rice & beans, hecho con leche de coco, pescado frito, tradicional patacones, colas de langosta. En momentos como éste, me encantaría que mi estómago tuviese 4 cavidades como las vacas, y poder probar todos y cada uno de los platos 🤤.
Hemos disfrutado del verde de la naturaleza, de un buen meneo de caderas, y un delicioso almuerzo, y como aún hay luz del día, nos vamos para los manglares de Oak Ridge, que sirvió de escondite de los piratas británicos en la guerra contra España; se dice que éstos manglares fueron testigos de persecuciones, tesoros escondidos y leyendas de barcos hundidos (fuente: Hondurastips.com)
Gonzalo negocia con un pescador que tiene su propia lancha, nos cobra $10USD por persona, por 1 hora de tour. Nos embarcamos y comenzamos la travesía. El inicio del viaje transcurre ¨normal¨ como cualquier viaje en lancha con un movimiento estable, sin moverse de manera horizontal, pero al pasar entre la desembocadura del rio y el mar, la cosa cambia, y se pone interesante el viaje 😅, las olas producen ondas que golpean la lancha de forma perpendicular, haciendo que ésta se mueva de derecha a izquierda en proporciones exageradas. Mientras se mueve, me agarro del asiento para no perder el equilibrio, en realidad me preocupa la cámara fotográfica que no es resistente al agua en caso que nos demos vuelta —sí, a ese nivel se mueve la lancha—. El pescador nos dice ¨no se preocupen, no pasa nada¨ —menos mal no pasa nada, que tal que sí pasara🙄. —prefiero no imaginarlo—. Fue toda una experiencia y no precisamente religiosa.
No somos los únicos paseando por los manglares, nos topamos con más lanchas, incluso a una la saludamos muy de cerca —es una lancha inflable, manejada por un turista extranjero que no se da cuenta que venimos nosotros y se mete—. por poco y le pasamos por encima 🥴.
Para ser honesta, no encontré nada fuera de serie la visita a los manglares, es un paseo que perfectamente pude no haber hecho y me alegro no haber pagado lo $80USD —en promedio o más— que cuesta un tour.
Ahora sí que hemos estrujado el día a más no poder, terminamos riéndonos muchísimo de nuestro casi accidente en los manglares, y lo poco comunicativo del pescador —no habló nada en todo el trayecto, a excepción de cuando casi nos estábamos volcando—. pero bueno, por $10USD tampoco se puede pedir mucho.
Nos despedimos ya que mis días en Roatán se acaban, mañana emprenderé camino a Utila, la isla del buceo. Los chicos también se van de Roatán, han sido días realmente increíbles, he conocido personas con una vibra viajera igual a la mía, que de alguna u otra forma me han ayudado y guiado, de pura ¨casualidad¨ —creo que las casualidades no existen— coincidí con Chalo y Eve en la mitad de una playa, en una isla caribeña en Centroamérica, en los mismos días de vacaciones, que si lo hubiésemos planificado, no creo que hubiese salido tan bien. ¿Casualidad o coincidencia? No lo sé, pero gracias universo por ponerlos en mi camino 🙏.
Gracias Roatán por toda la buen vibra, por todas las personas lindas que conocí en el camino, y por la calidad de su gente. Estoy segura que nos volveremos a encontrar en un futuro cercano.
[…] Día 6: ¡¡A mover el bote!!! 💃 […]